Os dejo con otra reseña de Juan. Espero os guste.
La
predicción del astrólogo – Teo Palacios
Tercera novela de Teo Palacios después de «Hijos de Heracles» y «El
collar Maya». Ediciones B y portadón de Alejandro
Colucci. Teo Palacios presenta en esta obra un cuadro amplísimo de las
taifas de Al-Andalus durante el siglo
XI, un complejo tablero capaz de enloquecer a cualquier autor que intente
abordarlo, pero que Teo resuelve con una prosa ligera sin sobrecarga de
detalles. No he podido evitar medir la novela con el rasero de «El puente de Alcántara», de Frank Baer (obra de soberbia recreación, si bien espesa a ratos, y
con tendencia a divagar por hilos que no lo merecen), ya que ambas obras
comparten personajes como el poeta Ibn‘ Ammār, IbnZaydūn, Al-Mutadid, Al-Mu’tamid, etc., o momentos puntuales como el protagonizado
por el obispo Alvito de León y los huesos de San Isidoro de Sevilla.
Centrándome en «La predicción del astrólogo», esta
novela no es –gracias a Dios– un libro que sostenga su interés en un nudo de tensión mistérico-misteriosono
resuelto hasta la última página –tan dadas son a estos ardides pseudoliterarios
propios del bestseller, más bien del fastseller, las novelas históricas de
última generación–; es un mosaico profusamente documentado de personajes y
localidades, un texto que abunda en descripciones escénicas. Uno podría pensar
que deambula por el marco exótico de un mundo imaginado tipo «Conan, el bárbaro» o «Canción
de hielo y fuego» si no fuera porque
estamos en nuestra propia tierra. Esto ocurrió.
Nuestra tierra era como Teo Palacios
la dibuja en su libro. Y ésa es la magia del texto: la capacidad de pasear por
un entorno tan lejano, tan cercano, y bañarnos en el encanto de nuestro propio pasado.
Me habría gustado rescatar el nombre andalusí
de las poblaciones que se nombran, pero Teo Palacios explica en las primeras
páginas por qué ha optado por la nomenclatura contemporánea. Cuestiones
formales aparte, decir que «La predicción del astrólogo» guarda
una sorpresa hacia el final, cuando ya la obra está madura.
La cuarta parte nos entrega a un Ibn Abdūn –el gran
protagonista, personaje histórico– perdido en el Magreb, desterrado, errante,
cuya vida se hunde a ojos vista. Es lo que más me ha gustado. Para mí, la
cuarta parte es la Novela con mayúsculas. Narrada en primera persona, y con un
lirismo poético propio del poeta Ibn‘Ammār, Ibn Abdūn narra la génesis de la oleada almorávide, episodio histórico que yo
no conocía demasiado bien. Recordemos que los almorávides eran beréberes (ellos
prefieren su nombre auténtico: pueblo amazigh,
o imazighen) y recordemos que los
beréberes no eran ni son árabes, sino un pueblo con identidad propia que hablan
su propia lengua, el tamazight, y que
antes de ser musulmanes fueron cristianos, y que antes de ser cristianos tenían
su propio y muy rico sistema de creencias religiosas, muchas de las cuales han
sobrevivido a las dos religiosos monoteístas y perviven hoy día (dato curioso:
se menciona, entre muchos otros, al clan beréber de los ṣinhāŷa, que pasaron a la península ibérica y se establecieron en ella dejando
algunos topónimos como «Cenay » [Serranía de Ronda, municipio
de Júzcar, Málaga] alquería despoblada en el siglo XVI, topónimo cuya ruta
evolutiva es *Ṣinhāŷin > Cenajén > Cenay; sin olvidar el cercano
arroyo «Cenegil»).