Hace la friolera de un año y ocho meses, allá por mayo del
2011, leí una novela que me sorprendió gratamente, y que me dio a conocer a la
autora que hoy os traigo. El libro en cuestión era
La canción de Annie, una novela irrepetible que me llegó al alma.
Cuando la terminé me quedé con ganas de más, y me dijeron: “ Si te ha gustado
esta, dale una oportunidad a la serie Comanche”. He tardado un poco en darle
esa oportunidad, pero ayer terminé de leer la primera novela de la trilogía:
Luna comanche.
Luna comanche es
la primera novela de la serie, escrita en 1991 por Catherine Anderson. La serie está compuesta por:
- Luna comanche
- Corazón comanche
- Amor comanche
- Magia comanche.
En español puede encontrarse en ebook en La Casa del libro por un módico precio.
Así que no podéis quejaros, que nos los
quitan de las manos. :p
Es una novela romántica histórica, ambientada en Estados
Unidos, en el 1864. Evidentemente, por el título, podréis sacar de que trata:
indios. Así que esta novela histórica va de indios, caballos y lanzas. Aunque
es algo más que eso.
Como ya comenté con su anterior novela, si fuese contemporánea, podría
clasificarse dentro del subgénero sentimental, porque lo que más sobresale, son
los sentimientos de los personajes.
LA ÉPOCA:
Antes de empezar a contaros mis impresiones del libro, me
gustaría ambientaros un poco. Como comenté anteriormente, la novela transcurre
entre 1859 y 1864, en Estados Unidos. Podemos decir que en esos momentos, EEUU
era una olla a presión a punto de explotar, puesto que estaba viviéndose batallas
desde el este al oeste.
Durante 1861 al 1865 tuvo lugar la Guerra
de Secesión, que se centró fundamentalmente en el Este del país. Los del
norte (La Unión) luchaban contra los Estados confederados de America (los del
sur), enfrentando la industrial-abolicionista (norte), con la agraria-esclavista
(sur).
Mientras, en el Oeste, se acrecentaba las hostilidades entre
los indios y los blancos por el territorio, con masacres, batallas, muertes y
sangre.
Con el final de la Guerra de secesión,
muchos americanos del Este, emigraron hacia el Oeste; llegaron multitud de
inmigrantes europeos que también se asentaron por la zona; hubo una gran
revolución industrial; y un gran despliegue del ejército para poder proteger a
esos nuevos colonos. Todo esto, unido a la disminución de la manada de
bisontes, forzó a los comanches a rendirse en el invierno de 1875.
BASADO EN:
Tras cotillear un poco en la red, he descubierto una
historia que me ha parecido tremendamente familiar tras leer la novela. Es la historia de Cynthia Ann Parker. No sé si
la autora se habrá fijado en ella para escribir la novela, pero para aquellas
que la habéis leído, os dejo aquí la historia, para que me digáis si os parece
levemente familiar.
Cynthia, rubia y con ojos azules, era miembro de la extensa familia Parker,
quienes se asentaron en la tierra de los
comanches. Fueron víctimas del ataque de estos indios, y Cynthia fue secuestrada con 9 años, tras haber sido testigo de la
brutal tortura y asesinato de su abuelo, y las violaciones del resto de su
familia. Parece ser que durante mucho tiempo, sufrió las torturas y vejaciones
del poblado comanche, hasta que el jefe comanche Peta Nocona, la tomó como esposa, siéndole fiel solo a ella y queriéndola
con locura. Permaneció con ellos 24 años y tuvo tres hijos.
A los 34 años, fue “rescatada” por unos rangers y devuelta a
su familia, unos tíos que la recibieron, a ella y a su hija, con los brazo
abiertos. El poblado fue destrozado, salvo la mayoría de los hombres que estaban
cazando en ese momento, entre los que estaban los hijos y el marido de Cynthia. Cuando llegaron, se encontraron
con su tribu masacrada, y con su madre y esposa desaparecida.
Cynthia intentó
integrarse en la sociedad civilizada sin éxito, llegándose a escapar en varias
ocasiones sin conseguirlo, hasta que su familia la encerró. Su pequeña murió y
con ella la ilusión de la madre, quien se dejó morir por inanición.
Años más tarde, su hijo, único superviviente de la familia, Quanah Parker, llegó a convertirse en el
último jefe comanche. Tras batallar contra los blancos durante parte de su
vida, aceptó la paz, perdonó a su tío por la muerte de su madre, estudió inglés
y llegó a ser el último jefe de su tribu que luchó por sus derechos (desde la
reserva), con leyes y tratados.
LA AUTORA:
Catherine Anderson ha llevado el gusanillo de la escritura
en la sangre desde que nació. Hija de escritora, comenta que no sabe si esa
necesidad de escribir, se hereda genéticamente, o si es como un virus que se
pasa de unos a otros. El caso es que siempre se recuerda contando historias, y
escribiéndolas en cuadernos.
Suele escribir sobre personajes traumatizados, o con defectos o limitaciones
físicas. Digamos que es una de las características de esta autora.
LA NOVELA:
Así que desde el principio, y por esa característica, nos
encontramos ante una novela que atrapa al lector, le atenaza, y no le deja ni
respirar hasta saber qué pasa con cada uno de los personajes.
Siempre nos encontramos leyendo con una mezcla de
sentimientos, pero estos siempre están presentes a flor de piel. Hay veces que
nos sobreviene la tristeza, la compasión, nos asquean ciertas escenas, y
sufrimos con los personajes. Sin embargo, la mayoría de las veces, nos vemos
envueltos en ternura, dulzura, bondad y cariño.
Está narrado en tercera persona por un narrador omnisciente,
quien nos hace sentir y sufrir lo mismo que están sufriendo los personajes. Hay
una prevalencia del diálogo, lo que le da dinamismo a la novela. Y es una
narración lineal, enterándonos de la historia desde el principio, el prólogo,
donde somos testigos de la profecía. Así que resumiendo, es una novela fácil de
leer, que atrapa y que nos hace vivir cada momento de los personajes.
Estos están muy conseguidos. Son personajes pasionales,
temperamentales, desde los protagonistas hasta los secundarios. Creo que esta
autora no conoce el término personaje plano. Lloras con ellos, vives con ellos,
sufres con ellos, y tienes ganas de matar alguno de ellos.
Como el libro que leí anteriormente de ella, podemos decir
que Luna Comanche tiene algunas moralejas, o moralinas:
Se puede considerar a
alguien “salvaje” por su forma de vida, cuando el salvajismo lo llevan otros
que no son calificados con ese adjetivo.
La importancia de ciertas personas al qué dirán, que pensarán…
También se resalta en esta novela la violencia de género, los malos tratos, las
violaciones….
Y que el amor entre personas de distintas culturas, si ambos dos están
dispuestos a entenderse y comprenderse, con paciencia, cariño, respeto y
confianza, todo es posible.
Es una novela más flojita que La canción de Annie, aun así, es bonita y fácil de leer. Se
disfruta con la historia de amor, aunque me resulte poco creíble. Quizás esa
ambientación, esa época, no está hecha para mí. Pero bueno, es una gran
historia, y me quedo con la intriga de saber de los demás personajes. Así que
no creo que tarde mucho en coger la segunda parte y volver a un territorio
peligroso, donde la mujer no está nunca a salvo de nadie.