¿Alguna vez os habéis
imaginado viviendo en otra época? ¿Cuál sería vuestra favorita? Hace poco vi en
el cine la última película de Woody Allen,
Midnight in Paris, y me hizo
preguntarme alguna de estas cuestiones. El caso es que siempre me ha gustado la
época victoriana, pero claro, no todo es oro lo que reluce, y en aquella época,
había más pobreza que oro, la verdad, pero es cierto que es una época que me
apasiona. Eso sí, nunca para vivir.
Una de las autoras que mejor refleja esta época en sus novelas,
es Anne Perry. Tiene dos series
policíacas ambientadas en el Londres victoriano: la serie de William Monk, situado alrededor de 1864;
y la de Thomas Pitt, en 1893.
Me inicié en las novelas de Anne Perry de la mano de Thomas Pitt, y caí rendida a sus pies desde el primer capítulo.
Desde entonces, busqué sus novelas por todas las bibliotecas de mi ciudad. Algo
más tarde descubrí a Monk, y aunque
no lograba hacerme sentir igual que Pitt,
me servía como aperitivo, para pasar el “mono”, mientras llegaba otra de Thomas y Charlotte.
Hace unos años, Anne Perry se centró
en William Monk, quería verlo
evolucionar, así que dejó a Pitt apartado.
Al principio renegué y me quejé como cualquier mortal, seguidor acérrimo de un
personaje, pero tengo que confesar, que desde hace 4 novelas, Monk ha llegado a ser tan importante como
Pitt. Ha conseguido hacerle
evolucionar de manera magistral.
La última novela que ha llegado a mí, de esta autora, es Una pérdida razonable, y venía a
hablaros un poco de ella.
Antes que nada advertir que estas novelas necesitan ser leídas en orden. Al
principio no importaba que fuésemos saltando de una a otra, porque se centraba
en un caso policial. Desde Asesino en la
oscuridad, sigue una misma trama, unos mismos personajes, y aquel que se
salte alguna novela, estará perdiéndose bastante de la historia. El orden de
las últimas novelas sería el siguiente:
Asesino en la
oscuridad
Falsa inocencia
Una pérdida razonable.
Por lo menos, estos tres, habría que leerlos en orden.
Como toda autora policíaca que inicia una serie, empieza centrándose en el caso
policial, haciendo evolucionar poco a los personajes; pero en cuanto va
avanzando en ella, va descubriendo que los personajes pueden dar mucho de sí, y
los va amortizando. Así que al principio, la serie se centra en Monk y su amnesia,
apareciendo Hester para ayudarle.
Ahora nos encontramos ante una novela coral, donde todos los
protagonistas tienen importancia, saltando de uno a otro, haciendo que el caso
policial sea más interesante, más redondo, más claro para el lector.
Una pérdida razonable,
tiene lugar 3 semanas después de Falsa
apariencia. Aunque Anne Perry cerró el anterior libro de manera magistral,
dejó ciertas puertas abiertas que trata en esta misma novela. Unas puertas que
atenazan al lector desde el principio, jugando con sus sentimientos,
sintiéndose indignado por el desarrollo y las descripciones… Es una maestra en
esto de situar al lector en el ambiente victoriano.
Cuando hablamos de época victoriana, nos referimos a la
época donde Inglaterra estuvo reinada por la reina Victoria, es decir de 1837
al 1901. La reina Victoria revolucionó Inglaterra; esta pasó de ser agraria y
rural, a estar muy industrializada.
Una de las cosas más reflejadas en la novela, es la jerarquización de la
sociedad:
En el escalón más
alto, estaba la iglesia y la aristocracia.
Tenían títulos nobiliarios que le dotaban de todos los privilegios, heredándose de padres a hijos primogénitos. Encima
de todo, estaba la Iglesia con sus Arzobispos; luego, en orden decreciente, encontrábamos
los Duques, Marqueses, Condes, Vizcondes, Barones (denominados como Lord) y
Baronets (denominados como Sir).
Tras este escalón de mayor jerarquía, nos encontramos con la
clase media, que correspondía a los
Caballeros, y a los llamados “nuevos ricos”, es decir, que con la
industrialización, fueron escalando en la nobleza: los burgueses, dueños de
fábricas, abogados, ingenieros… Eran ricos, pero no tenían privilegios. Para
llegar a la cámara de los lores, debían ser elegidos, y no se heredaban los
títulos.
La última clase social, eran los trabajadores, y por debajo de estos, los pobres o “gente hundida” como les llamaban.
El papel de la mujer en aquella época, era ser
simples objetos de decoración. Pasaban de ser hijas objeto, a esposas objetos.
Eran instruidas para saber llevar una casa y contentar a su marido. Le
enseñaban a manejar la servidumbre, a coser, a tocar el piano u otro
instrumento; cantar, y ser una buena anfitriona. No debían de meterse en cosas
que no le incumbían, como la política, y debían de reprimir sus deseos
sexuales. La sexualidad en la mujer era inexistente, solo debían ser buenas esposas,
y futuras madres. Solo se buscaba belleza y saber estar.
Las mujeres de las clases medias, solo podían trabajar como institutrices, y
las de la clase baja, solo como servidumbre, o prostitución.
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Era una sociedad con una doble moral. Lo más
importante era el honor, el nombre de la familia, el qué dirán. Sin embargo, en
esa época es cuando más prostitución y más adulterio había.
Lo que estaba totalmente prohibido, y aunque existía, era llevado con tremendísimo
secreto, era la prostitución homosexual, puesto que la homosexualidad estaba prohibida.
Anne, en estas dos últimas novelas, nos habla de la explotación infantil con
fines sexuales, pero en este caso homosexual. Os pongo un párrafo para que
veáis un ejemplo de esta doble moral.
Si las víctimas fuesen
chicas, sería simplemente obsceno y no habría necesidad algunas de ocultarlo en
aquel tramo del río, a kilómetros de las respetables residencias de Londres.
Pero se trataba de niños, algunos tan sólo de cinco o seis años, y, por descontado,
la homosexualidad era delito.
Suerte que fue en esta época cuando las mujeres empezaron a
luchar por sus derechos. Aun no podían votar, pero lograron tener derecho a
divorciarse y a pelear por la custodia de sus hijos. Además, de empezar a
trabajar en otras cosas que no fuera la enseñanza.
Una de las que más lucharon para eso fue Florence
Nightingale, enfermera, escritora, que revolucionó Inglaterra en la Guerra de Crimea.
Anne Perry, sitúa a Hester en esta
guerra, a cargo de Florence, lo que le da una personalidad fuerte, sabiendo lo
que quiere, y luchando por una igualdad. Tiene un carácter sincero, directo, va
al grano, molestando así a la alta sociedad.
Anne compara continuamente, la riqueza y la ostentación de
algunos, con la carencia y la pobreza de otros. Os dejo dos ejemplos:
Hicieron su entrada
con un frufrú de seda en el salón principal para ser recibidos con suma
cortesía. Ya había llegado una veintena de invitados. Los hombres iban de
elegante negro, las mujeres en un estallido de colores que iban de los tonos
pastel de las más jóvenes a los burdeos, los azules noche, los granates y los
suntuosos marrones de las grandes damas de la aristocracia. Los diamantes
refulgían y las sartas de perlas resplandecían sobre la piel desnuda.
Allí la corriente
arrastraba los detritos del puerto, trozos de madera que flotaban a la deriva,
pedazos de tela y de cuerda, restos de comida y aguas residuales. Se oía el
ruido de la ciudad incluso de noche, el chacoloteo de los cascos de caballo
sobre el adoquinado, gritos, risas, traqueteo de ruedas y, por supuesto,
siempre se veían las luces, las farolas y los faroles de los carruajes salvo si
la bruma lo emborronaba todo. Entonces se oía el lastimero bramido de las
sirenas.
William Monk ha terminado
trabajando para la policía fluvial del Támesis. No sé si sabéis que este río,
en la época donde nos sitúa Anne Perry, era el colector principal, es
decir, donde iba a parar toda la mierda de la ciudad. Antiguamente no existía
alcantarillado. Todos los desechos se tiraban a la calle, que con las lluvias
acaban en el río. Luego aparecieron los pozos negros, agujeros en la tierra
donde acababan los desechos, que terminaban directamente al río. Lo más fuerte
es que era del río de donde se abastecían de agua los londinenses. Tenían unas
bombas que ayudaban a llegar a las casas pudientes.
El Támesis es uno de los únicos ríos que existen con marea. Es decir, no solo
circula en una sola dirección, sino que cuando sube la marea, tiene reflujo
hacia atrás. Imaginaros la contaminación que podía haber, puesto que nunca
llegaban los detritos al mar, siempre volvía de nuevo al interior.

Esto dio lugar a la aparición de multitud de enfermedades,
como el cólera, la peste… La autora nos hace partícipe de ello de la mano de Hester y su institución para ayudar a
las prostitutas. Gracias al Gran Hedor
en 1958, se puso en marcha la creación del alcantarillado de Londres, bajando
la prevalencia de las enfermedades.
La aparición del alcantarillado, dio lugar la creación de nuevas profesiones,
como cazadores de ratas (para evitar las enfermedades); los limpiadores de
alcantarilla…
La novela consta de capítulos largos, donde comparten protagonismo
diferentes personajes, separado simplemente por espacios. Vamos avanzando en el
caso policial viéndolo desde el punto de vista de Monk, de Hester y Scuff,
o de Rathbone.
Quizás me atrevería a decir, que en esta novela, el verdadero protagonista es
Rathbone, o mejor dicho Sir Oliver
Rathbone, que hay que hablar con propiedad que estamos en la época
victoriana.
Este se ve inmerso en una pesadilla donde debe valorar la justicia, la lealtad,
el amor y la amistad. Hay comparaciones odiosas, resultados sorprendentes, y
momentos angustiantes. Y como siempre, por encima de todo la reputación de un
aristócrata.
Chantajes, miedo, sufrimiento, dolor, pena, compasión, investigación, muertes…
Todo esto forma parte de una novela que atrapa y que entretiene. Una
continuación de la serie que deja el listón muy alto a la propia autora para
continuarla… ¿Seguirá con William o volverá con Thomas? ¿Quién sabe? Anne Perry
tiene 74 años, y muchas cosas que contar… Una historia impactante, su vida.
Pero esta historia será contada en otra ocasión. Espero que os haya gustado la
reseña.