Hace poco, puse un fragmento del libro de Carlos Ruiz Zafón, que hablaba de la
sensación que te dejaba el terminar un buen libro: esa sensación de pérdida,
esa tristeza ante la despedida de quienes, durante un tiempo, fueron tus
grandes amigos. Y hoy os traigo un ejemplo. Vengo a reseñar un libro que pone
el broche final a una serie que ha ido ganándose, poco a poco, mi corazón
lector: Laila Winter y el corazón de las
sombras.
Esta serie, escrita por Bárbara
G. Rivero, consta de cuatro libros: Laila
Winter y las Arenas de Solarië; Laila
Winter y los señores del viento; Laila
Winter y la maldición de Ithirië y este que hoy os traigo.
Bárbara, gaditana de nacimiento, médico de profesión, empezó
a escribir con 15 años, aunque ya desde pequeña le gustaba crear nuevos mundos
e historias fantásticas. Nunca llegó a
entregar nada de lo escrito a ninguna editorial, hasta que llegó Laila
Winter. Ahora, no solo ha conseguido publicar en España, sino también ha sido
traducida en otros países, como Polonia.
Trabaja en Urgencias, en un hospital de la provincia de Cádiz, y aprovecha todo
tiempo libre del que dispone, para reflejar ideas, para seguir escribiendo lo
que lleve entre manos, para iniciar nuevas historias… Se dice, que incluso en
los momentos en calma de las guardias, la han visto embebida, escribiendo.
La serie ha tenido una evolución espectacular. Al principio,
empezó siendo una historia luminosa, encuadrada dentro de la juvenil
fantástica. Pero con el avance de la trama, la oscuridad hizo acto de
presencia, volviéndose una historia más tenebrosa. Una cosa parecida a lo que
le ocurrió a Harry Potter.
Laila Winter es una adolescente que, al inicio de la serie, lleva sobre los
hombros una pesada carga: el complejo de tener el pelo verde. Su padre la
interna en un colegio, y allí le hacen la vida imposible por sus diferencias.
Por su cumpleaños le regalan un libro que perteneció a su madre; un libro que
le abre la puerta a un nuevo mundo, Faerië, el mundo de las hadas y otras
criaturas.
A partir de ahí, entramos en un lugar donde nada es lo que
parece. Las hadas dejan de ser lo que todo el mundo conocemos por cuentos
populares, para convertirse en criaturas malvadas, inteligentes, ambiciosas;
otras de buen corazón, alocadas, divertidas; sufren, padecen… no están ahí solo
para darles a los humanos aquello que piden. Y Laila entra de cabeza en ese
mundo, pensando que este se ha vuelto loco, o que es ella la que necesita
cuidados médicos. Allí conoce a tres hadas que van a cambiar su vida, y que
juntas, van a ayudarse unas a otras a madurar, crecer, y salvar todo aquello
que conocen.
Laila Winter y el corazón de las sombras, es el cuarto libro
de esta serie, encuadrada, como ya hemos dicho, en juvenil fantástica.
Una de las cosas que nos sorprende antes de abrir el libro, es la portada.
Además, si nos fijamos bien, dice mucho de la historia que nos va a relatar,
como las portadas de los anteriores libros (menos el primero que no tiene nada
que ver con estos últimos).
Faerië consta de cinco reinos: Solarië (sol); Lunarië (noche-luna); Airië
(aire); Acuarië (agua) y el reino blanco que ya nos enteraremos, en su debido
momento, cual era verdaderamente. Hay otros dos reinos que van apareciendo:
Ithirië y el de las sombras… Pero no cuento más, que sois vosotros los que
tenéis que descubrirlos.
La portada de este libro es oscura, de color marrón como el
lodo, con dos puntos de color solamente: una “L” azul, como si fuera un sello
lacrado, y una luna azul. Así que podemos determinar, solo por la portada, qué
reinos tienen aquí protagonismo: el lodo por el reino de las sombras, y la luna
por Lunarië.
Otra cosa que nos sorprende, aparte de la portada, son los
nombres que utiliza la autora para sus mundos, sus personajes, etc… Como ya
habéis podido comprobar, los reinos tienen el nombre de los cuatro elementos:
aire, tierra, agua y fuego. Además del sol y la luna. No, no me miréis así,
están los seis reinos, solo tenéis que leer las novelas para encontrarlos. :p
El nombre de sus personajes…pues depende: los de lunarië son constelaciones;
otros onomatopeyas de cómo sonaría el viento; Winter viene de un homenaje que
hace la autora a Alejandro Dumas y sus tres mosqueteros, en concreto a Milady
de Winter; en fin, son nombres divertidos e impactantes que empiezan a formar
parte de la aventura. La misma autora, al final de la novela, agradece tanto a
las personas reales como a las ficticias, el que le hayan ayudado a crear estos
mundos y estas historias.
Es una historia convergente, los personajes van entrando y
saliendo de la trama hasta confluir, al final, en un mismo lugar, o por lo
menos casi todos ellos.
Hay dos tipos de narradores: el que prevalece está narrado
en tercera persona pero en este caso NO es omnisciente. Es decir, sí sabemos
qué piensan o qué sienten los personajes, pero nos guardan secretos. Los vamos
a ir descubriendo a lo largo de la historia, no sabemos con antelación qué es
lo que van a hacer. Digamos que sabemos solo lo que sabe Laila.
El segundo narrador es en primera persona, Titania, quien nos va contando las
cosas, y lo hace a través de su diario.
El número de páginas que componen un capítulo varía según este. Cuando es
Titania quien habla, son cortos; mientras que cuando lo hace el narrador en
tercera persona, tienen una media de 8 o 9
páginas. Esto lo hace dinámico,
no sabes qué te vas a encontrar en la siguiente página.
Llegó un momento en el que me planteé si estábamos dentro
del subgénero épico. Noooo, es una bromaaa, no miradme así, aunque algunas características
sí comparten, ¿eh? :p Si estuviera
dentro de este subgénero (que no es el caso, solo era una broma), estaríamos
hablando de nueva fantasía, puesto que nuestros
héroes son mujeres.
Esto lo tiene claro Bárbara. Ella, cogiendo estos personajes, quería demostrar
a las adolescentes de hoy en día, que la mujer puede conseguir, igual que el
hombre, todo cuanto quiera si pone tesón y ganas en ello. Además, ella quiere
recordarles que hay algo más allá de uno mismo. Que se puede tener complejos,
pero que nadie es perfecto, no hay que condicionarse y esconderse por poseer
diferencias con los demás; sino luchar por conseguir tu objetivo. Esos
complejos adolescentes los ha reflejado en el pelo verde de Laila.
Hay una frase que he leído en una de las entrevistas que le hicieron a la
autora, que me ha encantado: “Si no te quieres a ti misma, ningún enamorado te
va a sacar las castañas del fuego”. Una de las cosas que más reivindica
Bárbara, es el papel de la mujer en ciertos cuentos e historias fantásticas.
Las princesas siempre están esperando a ser rescatadas por sus príncipes azules.
Aquí, en esta serie, son las princesas las que luchan por salvar sus mundos;
nada de esperar sentadas.
Además, otra de las características que podrían tener en
común con la épica son los viajes. Se
llevan todo el tiempo de un lado a otro, pero a diferencia de este subgénero,
nuestras chicas lo hacen con un golpe de viento. Es decir, que no tenemos que
estar esperando semanas para llegar de un lado a otro, sino la magia hace su
aparición, y llegan de un soplido.
Y por último, otra de las posibles similitudes, sería la
lucha del bien contra el mal. Aunque aquí la propia autora discrepa un poco.
Ella dice que no es la lucha del bien contra el mal, sino una partida de
ajedrez, donde las fichas negras se enfrentan con sus opuestas. Y en este libro
se refleja claramente ese juego de ajedrez, donde unos van por delante pensando
siempre en la próxima jugada.
Los personajes, que en un inicio parecían simples
secundarios, han ido tomando protagonismo. Podemos llegar a hablar incluso de
una novela coral. Laila es la protagonista, pero no sería nadie sin el aporte
de los demás personajes. Además, estos han ido evolucionando. A lo largo de
toda la serie, van perdiendo la inocencia, se van encontrando a sí mismos, van
madurando y nosotros vamos siendo testigo de ello.
Es una novela dinámica, sin apenas descansos. Empiezas con
el corazón encogido, y así sigues páginas después.
Nos encontramos luchas por el poder; enfrentamientos por orgullo, soberbia,
egoísmo, ambición… Vemos como reaccionan a las pérdidas de los seres queridos,
a la amistad, a la desconfianza, al miedo…
Es, como hemos dicho, más tenebrosa que entregas anteriores, no en vano
entramos de cabeza en el reino de las sombras. Pero siempre triunfa algo por
encima de todo: la amistad. Es una de las visiones de esta autora que más me
gusta. Tenemos la misma concepción de amistad y de fidelidad.
He disfrutado con esta serie como una enana. Me costó
trabajo entrar en Faerië porque estoy poco acostumbrada a la fantasía; pero una
vez lo hice, no pude salir de allí. Ahora he tenido que cerrar el libro y
despedirme de los diferentes reinos, de los personajes, de nuestras cuatro
amigas… Uffs.. ¡qué sentimiento de pérdida!. No dudo que en cuanto pasen unos
meses, vuelva a coger el primero para adentrarme de nuevo, de la mano de
Bárbara G. Rivero, en Solarië.